Entre el 40-50% de los niveles presentes en el organismo corresponden a producción de esta vitamina en la piel, pero esta se ve afectada porque la población suele evitar el sol por miedo a sus efectos dañinos como el cáncer y el envejecimiento prematuro. “Las personas, en especial los adultos mayores, no realizan muchas actividades al aire libre y si lo hacen, se aplican filtro solar, que si es de más de FPS 30 evita la síntesis del 95% de la vitamina D”.
Bastan entre 5 a 15 minutos diarios de exposición, entre las 10:00 y las 15:00 horas en primavera, verano y otoño para cubrir sus requerimientos diarios.
También, hay que considerar que en el sur de Chile casi no se produce esta vitamina durante el invierno, por lo que se recomienda suplementarla. En el norte del país, en cambio, se produce una baja de un 20% en los niveles de esta vitamina en los periodos de abril a fines de agosto.
Muy pocos alimentos contienen vitamina D de manera natural, por lo que es común que a muchos se les agrega esta vitamina para enriquecerlos, sobre todo los cereales y los productos lácteos.
Los pescados como el atún, salmón salvaje (en menos medida el salmón de criadero), caballa y las sardinas están entre las mejores fuentes de vitamina D. También se puede obtener de leche y cereales fortificados, hígado de res, el queso, los huevos y los champiñones suministran pequeñas cantidades.
La vitamina D también se agrega a algunas bebidas de soya, jugo de naranja, yogur y margarina. Por lo que siempre es recomendable revisar la tabla de información nutricional en la etiqueta de los alimentos.
Cabe destacar que la leche materna es muy pobre en Vitamina D, por lo mismo, se les suele dar suplementos a las futuras madres y a los lactantes.
Por otra parte, un exceso en la suplementación podría afectar al hígado, además de posibles depósitos de calcio, náuseas, vómitos, prurito, sed, debilidad y falla renal”. La ingesta recomendada varía según la edad del paciente y del nivel de déficit que tenga y su causa.